En Febrero de 2021 cuatro montañistas de Neuquén realizaron una expedición a estos poco explorados cerros de la inmensa y agreste puna catamarqueña
Integrantes: Roberto Catalá, María Elena Gallego, Graciela Martínez y Celina Troglia, pertenecientes al grupo GAEMN (Grupo Azul Espeleológico y de Montañismo de Neuquén)
En enero del año 2021, dentro de los tiempos de pandemia, culminamos un proceso que se extendió casi durante todo el año 2020, con entrenamientos físicos controlados en cercanías de nuestras casas o virtuales por distintas redes sociales o utilizando elementos atípicos como escaleras de edificios o plazas, entre otros artilugios para mantenernos en forma. A eso, le sumamos novedosos encuentros los martes por zoom tratando temas como alimentación e hidratación, vestimenta, botiquín, cuidados de la vista, de la piel, mal de altura, logística, etc., en la montaña… Tomamos entonces la decisión de hacer una incursión a la montaña.
En un principio nuestra campaña sería: Plan A: Mendoza, ascenso a Aconcagua por Ruta 360, 6.962 m.s.n.m, una campaña abierta del G.A.E.M.N. (Grupo Azul Espeleológico y de Montañismo de Neuquén) donde podían acceder aquellos socios con la nivelación necesaria para ascender esa montaña y que contaría con la colaboración de un guía local. La misma terminó descartada dado que el Parque Provincial no permitió el ascenso por la pandemia; Plan B: Catamarca, ascenso al Volcán San Francisco e Incahuasi, 6.670 m.s.n.m., esta campaña de carácter exploratorio, sería sin guías contratados y para un grupo reducido de socios. Lamentablemente también fue descartada, imposible acceder por el lado de Chile, ya que estaba cerrado el Paso Internacional San Francisco y finalmente, en una semana Graciela armó el Plan C: Catamarca: Campaña exploratoria al Valle de Laguna Frías y Volcán Nacimiento, 6.436 m.s.n.m., lugares desconocidos que incluían como previa el ascenso al Cerro Falso Morocho y al Cerro Matambre, como lugares de aclimatación.
Y así el 17 de enero, desde Neuquén, partimos cuatro montañistas integrantes del G.A.E.M.N.: Roberto Catalá, María Elena Gallego, Graciela Martínez y Celina Troglia, luego de muchísimos preparativos, sabiendo de lo agreste del terreno y de la importancia de la logística en Catamarca.
Primer etapa Mendoza, descanso y alquiler botas dobles. Segunda Etapa: La Rioja, donde se sintió el fuerte terremoto que hubo en San Juan, nos contaron que nuestra camioneta, estacionada en la calle, se “bamboleaba” de un lado a otro, ¡nosotros durmiendo!!! Habíamos pasado por la RN 40 por donde se abrió el asfalto 8 horas antes. Tercera etapa: Catamarca/Fiambalá/Cortaderas, en la ciudad pudimos ingresar tras pasar dos controles donde nos sellaron el auto, permaneciendo encerrados por más de 100 km previo hisopado a Roberto, todos sanitos la burbuja funcionó.
El Hotel Cortaderas, 3.300 m.s.n.m., es un lugar increíble en medio de montañas, donde el primer día disfrutamos de un merecido descanso. Al segundo día partimos a subir el CERRO FALSO MOROCHO, 4.529 m.s.n.m., dicen que es la montaña base de todos los ascensos en la zona. Luego de recorrer la ruta por paisajes alucinantes comenzamos a subir con un día soleado, hicimos cumbre y sentimos mucha emoción, lágrimas, nos abrazamos los cuatro pensando en todas las dificultades que debimos salvar para llegar a ese momento tan deseado. En el regreso nevisca hasta la base y lluvia al llegar a nuestro alojamiento. La presencia de los volcanes Incahuasi y el San Francisco es imponente en el paisaje, nos desafiaron a volver….
Al día siguiente partimos al que sería nuestro campamento definitivo, el salar y mina abandonada de La Laguna Los Aparejos, 4.200 m.s.n.m., una construcción con varios edificios construidos por los ingleses durante la segunda guerra mundial, que nos permitió acampar cómodamente, con vista a la laguna habitada por flamencos y gran variedad de aves, como así también una población muy nutrida de vicuñas, rodeada de cordones montañosos muy bellos e imponentes. Para llegar hasta ahí, transitamos por la RN 60 nuevamente hacia el Valle de Chaschuil y en el km 18.5 km giramos a la derecha hacia las montañas de Coipas donde se pasa por una importante trepada llamada el Portezuelo de las Lágrimas, 4.750 msnm (27º 39´29” S / 68º 18´17ºO) hasta nuestro destino.
El día 21 de enero de 2021, intentamos tirar la cumbre del Cerro Matambre. 5.467 m.s.n.m
Contábamos con algunos datos que nos había proporcionado el montañista y escritor Guillermo Almaraz, como el lugar de acceso al Abra del Matambre (27°40'10.17"S/68°21'25.98"O), el punto base de partida (27°33'10.80"S / 68°19'58.9"O) y el punto de la cumbre (27°33'35.80"S / 68°17'20.10"O) y algunos relatos de su libro “ALTA CATAMARCA, TIERRA DE VOLCANES, HIELO Y SAL”. Y también habíamos leído lo publicado, en relación a dicho cerro, en la Revista Digital del Centro Cultural de Montaña de Argentina.
De acuerdo a la información, sabíamos que muy pocas personas habían alcanzado su cumbre. Los integrantes de una Comisión Topográfica en la década de 1940 fueron los primeros en lograrlo y de hecho erigieron un mojón trigonométrico en la misma. Posteriormente, el 29 de octubre de 2014, Eduardo Namur y Guillermo Almaraz estuvieron también en la cumbre. Aparentemente, no existen más registros oficiales, desconociendo de nuestra parte los motivos de esta situación.
Esta introducción nos permite reflexionar respecto a que, al inicio de nuestra campaña, sabíamos que entrábamos a un terreno de la puna de inconmensurable belleza, de grandes montañas donde no hay agua y donde sólo existen huellas de vicuñas y algunos rastros de vehículos 4x4 que llevan a distintos lugares, sin ninguna señalización. Esas condiciones no nos amilanaron; al contrario, resultaron para nosotros un desafío y nos dispusimos a la aventura, teniendo en cuenta que los días anteriores había nevado en la zona y que el Cerro Matambre, contaba con un manto blanco que lo hacía más bello aún.
Salimos de nuestro campamento en la Laguna Aparejos un poco tarde, ingresando bien al Abra del Matambre por el lugar que nos recomendaron y a partir de ahí, recorrimos, a campo traviesa, varios kilómetros, imposible sin 4x4 y sin un excelente conductor. De pronto, vimos unas buenas huellas que parecían dirigirse a la zona donde iniciaríamos el ascenso y nos dispusimos a seguirlas. El día anterior, los conductores de un grupo de cuatro camionetas nos habían contado que habían venido a esta zona. Nos detuvimos cerca de la base del cerro, 4.650 m.s.n.m., miramos la montaña, se veía muy importante su aparente cumbre, e inmediatamente comenzamos un trekking de ascenso muy lento, tratando de aclimatarnos a la altura del lugar. Eso fue un error, no por la caminata sino porque no teníamos conocimiento cartográfico de esta montaña, y lo que parecía una continuidad en el ascenso, no lo era…
Después de subir zigzagueando hacia la lomada principal hasta una altura de 4.950 m.s.n.m., nos dimos cuenta que había una quebrada entre nosotros y esa aparente cumbre, y que además en ese momento el horario ya no era el adecuado para seguir intentando el ascenso, motivo por el cual, en forma inmediata, decidimos descender, regresar al campamento y volver al día siguiente para ascender por la lomada de enfrente, que parecía más amigable para encarar en forma directa la montaña.
Celina, quien es médica, controló nuestro nivel de saturación de oxígeno en la sangre, resultando aceptable. Nos dio tranquilidad, estábamos contentos con lo que habíamos vivido, tomándolo como parte de nuestra aclimatación. De alguna manera, este dato nos llevó a redoblar la apuesta y a organizarnos diferente para el día siguiente.
Al día siguiente, muy temprano estábamos listos para intentarlo nuevamente, y elegimos para hacerlo un lugar situado más adentro del Abra del Matambre (27°34'48.23"S 68°19'38.84"O), 4.650 msnm, aunque no era el lugar indicado por Guillermo Almaraz, que era un poco más al sur. Inconscientemente creo que queríamos explorar por nuestra cuenta y encontrar la cumbre. Comenzamos a ascender suavemente, con sol, bajo un cielo increíble, incluyendo descansos y paradas de hidratación hasta los 5.100 m.s.n.m. donde nuestra compañera Celina, decidió detenerse. Se encontraba estable de salud, pero no había descansado bien la noche anterior, estaba preocupada porque se nos estaban terminando las reservas de agua y combustible y había que ir, a nuestro regreso, a Fiambalá a buscar los suministros.
El hecho de no dormir ni hidratarse bien hizo que su cuerpo se sintiera cansado, igualmente estaba satisfecha ya que hasta ese momento había ascendido 450 m de desnivel y sabía que nuestro objetivo mayor era el Cerro Nacimiento y éste había sido hasta ahora un buen ascenso de aclimatación. Acordamos que permaneciera en el lugar hasta nuestro regreso, asegurándonos que contará con una radio, aislante, campera térmica de alta montaña, mitones, un saco de emergencia, té caliente y medicamentos.
A partir de ese momento, continuamos ascendiendo por acarreo, sorteamos algunas piedras grandes, los crampones no resultaron necesarios porque el manto de nieve era muy suave y blando por el horario y realmente era muy agradable la travesía, aunque dificultosa… porque no podíamos establecer la cumbre. A medida que avanzábamos aparecían distintas elevaciones muy similares, vimos 4 posibles cumbres que carecían de la pirca que los topógrafos militares habían dejado en la década del 40. Tampoco el GPS nos daba la altura de cumbre.
Estábamos en horario en que aún lo podíamos lograr, aunque a nuestro alrededor el cielo nublado nos hacía temblar; se veía que la lluvia caía en distintos sectores; tuvimos algo de nevisca, viento; pensábamos también en nuestra compañera, esperando que ella no estuviera bajo la tormenta y así llegamos a los 5.400 m.s.n.m. donde vimos tres elevaciones que nos sorprendieron porque todavía faltaban algunos metros para llegar a la cumbre, y no teníamos certeza de cual era...María Elena decidió detenerse a descansar apoyada en su mochila y en ese momento, Graciela le pidió a Roberto que siguiera, que encontrara la cumbre.., ¡sí o sí!… estábamos tan cerca. Roberto la miró y salió, muy despacio dado que ya todos estábamos bastante cansados, a cumplir nuestro deseo.
El sol salió en ese momento entre las nubes, nos pareció un buen augurio…mientras Graciela miraba atentamente a nuestro compañero cuando se alejaba… A los 10 minutos, María Elena después de una siesta estaba como nueva para seguir adelante y así lo hicimos ambas; lo alcanzamos a Roberto quien nos señalaba con sus brazos que veía el promontorio construido en la cumbre…. (27°33 '30.00"S 68°17' 9.34"O) ¡¡¡Qué alegría…!!! Nuestros pasos ya fueron más seguros, íbamos a llegar a donde nos habíamos propuesto… Roberto nos esperó y cuando nos reunimos avanzamos juntos, llenos de emoción… Ahí supimos por qué hay tan pocos registros de cumbre… es una cumbre que se oculta en ese tremendo macizo de 25 km de extensión, hay muchas maneras de acceder a ella, con distintos grados de dificultad. Nos sentimos muy orgullosos de estar ahí, con nuestra mochila identificada con el logo de nuestra asociación, el G.A.E.M.N.
Nos abrazamos, besamos, tomamos algunas fotos y recordamos uno de nuestros objetivos: dejar entre las piedras una bolsita con nuestros nombres, datos personales y del club, como testimonio de nuestra visita. ¡¡¡Esto no lo habíamos hecho nunca antes en la montaña!!! y creemos que fue muy especial para cada uno de nosotros, nos hizo sentir “exploradores” al estilo de lo que Glauco Muratti propone como actividad de reconocimiento en las montañas...
En lo personal, yo, Graciela, tenía previamente una sensación de que ya no había nada para descubrir, que los medios y las redes sociales te brindan toda la información que necesitas y que todo estaba explorado... Sin embargo, fue sinceramente satisfactorio descubrir que no era así, saber que en Catamarca y otros lugares de nuestro país existen cumbres que esperan una visita; saber que se pueden despertar nuestras emociones en libertad mientras nos reímos como niños y tenemos, como adultos, la capacidad de adaptarnos en forma permanente a los cambios que se presentan.
En todo momento respetamos a nuestro entorno, el que, a pesar de ser muy agreste, estaba lleno de presencias pasadas. Las vicuñas nos traían imágenes relacionadas con el pasado del lugar, cuando cientos de ellas pastoreaban en el Abra que hacía de corral natural, bajo la mirada atenta de grupos cazadores de la época. Es un lugar para buscar y encontrar… De manera espontánea, nos encontramos agradeciéndole por su protección divina a la Pachamama y a nuestros compañeros de montaña y familiares que están en el cielo guiándonos.
Como la tormenta se veía muy amenazadora pronto comenzamos a descender hasta encontrar a nuestra compañera Celina, quien nos esperaba con un rico té caliente. El regreso lo hicimos por otro camino más largo, paralelo al que hicimos en el ascenso, hasta finalmente encontrar la camioneta a la que nos subimos muy felices. Eran las 16.30 hs y volvimos a equivocarnos tomando otra huella para regresar, que no conocíamos, pero sí sabíamos que íbamos en el sentido correcto... confiamos en Roberto que manejaba, quien llegó hasta la ruta que nos llevó hasta nuestro campamento en la Laguna Aparejos, mientras afuera llovía torrencialmente. ¡¡¡Nada nos importaba, lo habíamos logrado!!!
Nuevamente en el campamento y sin descansar, Roberto y Celina debieron regresar a Fiambalá, 90 km, a buscar agua (la vertiente que debía proveerla estaba seca) y combustible dado que las distancias son muy extensas y corríamos el riesgo de que se acabara. Llovió toda La noche, una de las carpas se inundó, la parte buena es que al día siguiente un sol bondadoso nos permitió secar todo, tomar mate mirando las aves de la laguna y al regreso de nuestros compañeros, en el medio de la nada, comer un increíble asado, a cargo de Roberto.
Pero “lo bueno dura poco”, el GPS nos indicaba que los próximos días el clima sería malísimo, vientos y nevadas muy intensas en altura, motivo por el cual debíamos abortar el ascenso al Nacimiento, nuestro deseado 6 mil. Al día siguiente, sin bajar los brazos y con un tímido sol entre las nubes, decidimos explorar la zona que nos llevaría al Volcán Nacimiento.
Recorrimos de forma intensa el lugar pudiendo desde el Balcón del Pissis, 4.700 m.s.n.m., obtener vistas de las lagunas Verde, Negra y Celeste, del Volcán Pissis, Walter Penk, Ojos del Salado. Después de andar una hora a campo traviesa por el Abra Negra con “la Toro” de Celina, llegando a los 4.900 m.s.n.m., encontramos el acceso al Volcán Nacimiento, al cual las nubes ya lo estaban tapando.
Regresamos, levantamos campamento y acordamos buscar un clima más amigable. Nos dirigimos a La Rioja, donde nos recibió un temporal de viento y tierra, árboles arrancados en la plaza central, afortunadamente, a pesar de ello, pudimos disfrutar de una exquisita cena reparadora: Matambre a la riojana y postre del lugar.
A partir de ese momento comenzó el desarrollo del Plan D: Cerro el Plata en Vallecitos, Mendoza, pero tampoco pudo ser, Graciela y Roberto también tuvieron que cambiar los planes porque el tiempo a partir del día 28 por la tarde se “empiojaba “, nieve y viento de 75 Km a partir de los 5.000 m.s.n.m., situación que iba a permanecer por varios días, y entonces pasamos al Plan E: Cerro Adolfo Calle y Cerro Stefanek, cumbres que alcanzamos los cuatro, pero esa es otra historia….
Nos fuimos de Catamarca, con la seguridad que esta no fue una campaña más, se percibía constantemente lo extremo, la soledad, la inmensidad del paisaje, el tránsito de lugares vírgenes, la importancia de la logística previa, fue una gran prueba para nosotros, que no cabe duda que volveremos a experimentar.
Finalmente, Graciela en el cierre de la campaña nos dejó esta reflexión a la que adherimos profundamente: En este viaje aprendí muchas cosas: Que los colores de la Puna Catamarqueña son infinitos; que explorar significa investigar todo en relación al lugar que visitaremos; que es bueno decir por esta ruta no va más, volveremos mañana a intentarlo nuevamente; que la comida de alta montaña puede tener muchos colores y sabores, que la naturaleza marca límites para nuestro avance como cuando no hay agua potable; que el funcionamiento del grupo es fundamental para alcanzar nuestros objetivos de manera segura y satisfactoria; que es bueno a veces ir última en la fila para fotografiar las flores, relajarme y mirar con cariño como avanzan mis compañeros. Todo cierra en una misión cumplida para el G.A.E.M.N. y para mí personalmente. Tengo el alma llena de sueños y deseos de volver a salir a la montaña, ese lugar único donde siento que la paz me invade y me acerco al cielo.
Centro cultural Argentino de Montaña 2023