Bocetos de la Patagonia Vieja
EDITORIAL: Artes Graficas Bartolomé U. Chiesino, Ciordia y Rodriguez Editores, Buenos Aires.
AÑO: Edición de 1952
FORMATO: 20 x 14 cm.
PÁGINAS: 221
IDIOMA: Castellano
Por el Capitán de Fragata: Teodoro Caillet-Bois
Sólo conocí a Madsen recientemente, pues en su medio siglo de Patagonia no estuvo más que una vez, de paso, en Buenos Aires, pero desde su primera publicación hace quince años - Autobiografía, en la hermosa revista "Argentina Austral" - me llamaron la atención el vigor de su estilo y el realismo de sus narraciones. A continuación la misma revista dio a conocer, uno a uno, la serie de sus Bocetos de la Patagonia vieja y de sus escenas sobre Caza del puma, y admiré cada vez más al autor. Le encuentro parecido con Kipling, Masefieid, Conrad y London, todos más o menos marineros como él; pero en conjunto me gusta más Madsen, y creo que la razón está en la gran sinceridad de sus escenas, desprovistas casi totalmente de lirismo y fantasía.
Es que Madsen no necesita de estos recursos. En la áspera Patagonia austral de 1900, donde sólo vagabundeaban, junto al tehuelche imponente y miserable, aventureros de toda laya, más o menos al margen de la civilización y de la ley, donde comenzaban a llegar con tropa o majada los primeros pastores, sobraban elementos para sostener la energía en la sucesión interminable del drama entre hombre y naturaleza.
Madsen es escritor nato. En los páramos de Jutlandía, su país natal, sólo debió recibir rudimentos de instrucción, pero al menos aprendió a leer, y a partir de entonces fue insaciable devorador de libros.. .; para comenzar: Dickens, Shakespeare, Stanley-Livingston: drama, tragedia, aventura. Supo apreciar y atesorar las riquezas del léxico en los grandes escritores, y los libros de viaje despertaron en él al hombre de acción, la "sangre de vikings". Así se formó a sí mismo.
A los quince años, una buena escarlatina le permite escapar de la mísera vida lugareña y lanzarse a conocer mundo, sin anuencia de sus padres. Cuatro años en velero y uno en vapor. Es menudo y endeble, pero tiene extraordinaria agilidad, resistencia a la fatiga y don de gentes; nada ni nadie le arredran; sus salarios los gasta casi íntegramente en comprar libros.
A los 20 años, "dueño del mundo", desembarca en Buenos Aires, y se conchava de peón en una de las comisiones de limites que van a trabajar en la cordillera austral. ¡Gran vida!: carros, caballos, mulas, bueyes, botes; pampa, maleza, bosques, serranía, lagos; nevazones memorables, en que se mueren todos los caballos... Ese es el país de sus sueños: tierra virgen y horizontes sin limites: ni un alambrado entre costa y cordillera... El personal de las comisiones es cosmopolita, bien elegido entre gente enérgica y sufrida, capaz para cualquier fatiga... Aquel cronista nato sabe apreciarlos, y en medio de las rudas faenas, comienza a tomar apuntes. Casi en seguida —1903— Fred Otten, uno de los tipos más originales del desierto, taxidermista, buscador de oro, filósofo y vagabundo, lo decide a quedarse en la Patagonia.
Será para siempre. Con poco tiempo para soñador, el mozo tiene, con todo, alma de artista, y bien lo prueba su elección del lugar para levantar la carpa, al pie mismo del incomparable cerro Fitz Roy, monarca de los Andes australes.
Serán infinitas las penurias de los primeros años; soledad absoluta, durante seis meses ("Solo en el Más Allá"), una grave quebradura de clavícula, que tiene que componerse él mismo, sin ayuda de nadie, viajes de tres meses a la costa con carretas de bueyes, descubriendo rutas ("Sobre la Huella"), y otra terrible nevazón (1904)... Pero nada perderá, nunca, de su entusiasmo y optimismo.
El marinero se ha adaptado al medio, transformándose en centauro, domador, cazador de guanaco, avestruz y puma, y fuera del propio "rancho viejo", pronto pasará a capataz y administrador de otras estancias. En esas andanzas y tareas va conociendo uno a uno a los pintorescos personajes cosmopolitas de la Patagonia en trance de población: el vagabundo incorregible (loco Steeve, doctor Tlarry), el centauro argentino o chileno, el capataz sentencioso, el peón decidor y bromista, el bravucón, pendenciero o cuchillero, el escandinavo trabajador, el tehuelche generoso.. . Toma siempre sus croquis, y su fina observación, registrada en los bocetos y sazonada de buen humor, forma toda una pequeña historia de la Patagonia de entonces, de la región de los lagos hasta la costa, tal como podía verla desde su mirador del Fitz Roy. Es el libro más original, verídico y ameno de cuantos se refieren a nuestra región austral, y a pesar de su absoluta realidad - o quizás gracias a ella - se deja leer como la mejor novela. Para completarlo falta ahora el referente a la "Caza del Puma". Nadie más autorizado sobre el tema que don Andreas, con más de trescientas piezas en su cuenta.
Dijimos que no es propenso al lirismo; en realidad lo posee, pero sabe contenerlo; con todo, publicó en inglés una pequeña serie de muy buenos Poemas patagónicos; y por otra parte, en su prosa concisa se deja arrebatar alguna vez por el entusiasmo, y con sobrada razón, cuando habla, de su hermosísimo Río de las Vueltas y de la aurora dorando al Fitz Roy y a su corte de agujas sobre el tapiz de armiño de los ventisqueros.. . Soberbio espectáculo que nos fué dado admirar, y que antes de mucho constituirá una Meca para andinistas y esquiadores.
El "rancho viejo", ampliado y cada vez más confortable, tiene ahora jardín, huerto, tropas y majadas, y es la estancia Fitz Roy, oasis hospitalario, centro de atracción en la zona, amparo y recurso para todos los vecinos. Un viaje a Dinamarca une a Madsen con la compañera de sus años infantiles, "la que a los siete años de edad le había prometido su mano", verdadera mujer de "pioneer", y cuatro hijos serán la bendición de esa unión ejemplar.
Don Andreas, próximo a los 67, es hoy uno de los patriarcas de la Patagonia, después de cumplir sobradamente con el país de su adopción, y de realizar con éxito las cuatro empresas que más dignifican al hombre: formar una familia honorable, construir una casa, plantar árboles y publicar un libro. Libro - el presente - que será el clásico de la Patagonia austral y que verá muchas ediciones en los años venideros.
Si la mano de Dios tomas por guía,
Veras cuan fácil te será la senda.
Presentación, por el Capitán de Fragata Teodoro Caillet-Bois......................... | 7 |
Centro cultural Argentino de Montaña 2023